31/5/10



Átame, con el hilo de tus lágrimas,
Secuéstrame con el riel de tus entrañas,
Abandóname después,
Seguiré ligada, viva contigo por un dolor.
Destrípame,
Agítame,
Dame motivos para abrirme en canal.

14/5/10

23 años. Las 00:30. Pueblo de origen. La joven remienda su abrigo de paño con la radio de fondo en compañia de su gata.
La idilica estampa se deforma en su cabeza. Su padre aún no ha llegado. ¿cómo llegará esta vez? ¿qué es lo que toca esta noche? Lo mas inteligente sería irse a la cama para avitar el encuentro que estropeará irremediablemente su agradable momento de evasión. Pero ella no se escapa, su cabeza la mantiene atada.
En la radio suenan canciones del siglo pasado. Siempre el pasado fue mejor y mas aquel del que no se tienen recuerdos.
Las canciones son intenrrumpidas, para el gusto de la oyente, por actores consagrados que ella venera. Otra herida más.

¿qué es el deber? ¿debería estar disfrutando de su juventud lejos de esa radio, de sus hilos y de su gata?
El deber marca una pauta. El entorno crea esa pauta. En su entorno lo correcto sería estar en compañía de jovenes de su misma indole pero ella prefiere remendar su abrigo de paño con la radio de fondo en compañía de su gata.

13/5/10

Los occidentales somos como los gatos domésticos. Nos sueltan en medio del campo y aún buscamos nuestra cajita de arena. No sabemos vivir en la naturaleza, somos una deformación de nuestro origen animal. Deberíamos saber defendernos en un medio virgen. Cómo los gatos domésticos, somos una distorsión de nuestra propia naturaleza, solo que a ellos esa distorsión les llega en forma de sometimiento proporcionado por nuestra occidental manera de vivir de la naturaleza, cuando deberíamos vivir con ella o en ella. A veces las preposiciones son fundamentales.