El ego es el colmo de lo malcriado, de lo mal creado, un
pobre niño pequeño que ya creció, pidiendo constante atención.
Doblaría las manijas de todos vuestros relojes si me
prometieran congelar vuestro tiempo en el minuto exacto en el que me fui y que
al regresar todo siguiera igual en vuestra memoria, ni una pizca menos de
recuerdos compartidos.
Odio que vuestras vidas continúen lejos sin el quiebre de
una ausencia. Así pensarían los muertos de ser conscientes de que lo son, las
animas penan su propia ausencia. La no existencia requiere de más ego que la
existencia. La ausencia nunca fue altruista. Echo de menos lo que soy con
vosotros, el relajo del reconocimiento. Soy mejor cuando soy en vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario